La disociación es el proceso en el que tu cerebro se desconecta de tu cuerpo, tu identidad. Aunque existen muchos tipos y grados de disociación, suele ser bastante común en aquellas personas que buscan tratamiento psicológico.
Puede afectar a nuestra subjetividad en forma de pensamientos, sentimientos y acciones que parecen provenir de ninguna parte, nos vemos a nosotras mismas llevando a cabo una acción como si estuviéramos “controladas” por una emoción que no parece que tengamos en ese momento, como, por ejemplo, encontrarnos haciendo algo que nunca haríamos, ser incapaces de detenernos y sentirnos como si estuviéramos obligadas a hacerlo. Esto se describe como la sensación de “pasajera” en tu propio cuerpo.
Hay cinco maneras principales mediante las cuales la disociación de procesos psicológicos cambia la manera en que una persona experimenta la vida: despersonalización, desrealización, amnesia, confusión de la identidad, y alteración de la identidad.
La investigación tiende a mostrar que la disociación se da como resultado de una combinación de factores ambientales y biológicos. Con frecuencia, el abuso repetido físico, sexual y/o verbal y otras formas de trauma se asocian al desarrollo de los trastornos disociativos.
En el contexto de un trauma crónico y grave en la infancia, la disociación puede ser considerada adaptativa porque alivia el intenso dolor emocional creado por el trauma. Sin embargo, si la disociación continúa utilizándose en la edad adulta, cuando el peligro original ya no existe, puede ser disfuncional. La adulto que disocia puede alejarse automáticamente de situaciones que percibe como peligrosas o amenazantes sin tomarse el tiempo para determinar si existe un peligro real.
La regulación emocional alterada es uno de los principales problemas que experimentan las personas con trastorno disociativo. Es la dificultad de soportar y gestionar experiencias emocionales intensas.
La incapacidad para procesar emociones intensas puede provocar fluctuaciones de un estado de ánimo a otro. De hecho, todos los síntomas de disociación pueden verse como intentos de autorregulación cuando falla la regulación emocional. De esta manera, la despersonalización es una forma de no estar ante algo insoportable. La confusión de identidad es un mecanismo para escapar de la realidad creyendo que uno es otra persona.
Algunos estudios indican que la disociación ocurre en un 2-3 % de la población en general. Otros estudios han estimado un índice de prevalencia del 10% para todos los trastornos disociativos (Loewenstein, 1994). La disociación puede darse en formas agudas o crónicas. Inmediatamente después de un trauma severo, la incidencia de fenómenos disociativos es bastante alta. Aproximadamente el 73 % de las personas expuestas a un incidente traumático experimentarán estados disociativos durante el incidente o durante las horas, días o semanas posteriores. Sin embargo, para la mayoría de las personas estas experiencias desaparecerán por sí mismas en algunas semanas.
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Fuentes:International Society for the Study of Dissociation, 2002; Kisiel & Lyons, 2001; Martinez-Taboas & Guillermo, 2000; Nash, Hulsey, Sexton, Harralson & Lambert, 1993; Siegel, 2003; Simeon et al., 2001; Simeon, Guralnik, & Schmeidler, 2001; Spiegel & Cardena, 1991.
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