Es curioso pensar por qué con la inmensa cantidad de personas que nos cruzamos a lo largo de nuestra vida solo algunas pocas acaban formando parte de nuestro círculo.
Si te has planteado alguna vez qué es lo que hace que acabes conectando con ciertas personas y no con otras sigue leyendo.
Conectar con alguien es una de las sensaciones más gratificantes, todas buscamos conexiones emocionales porque la sensación de sentirnos comprendidas es muy reconfortante.
Seguramente estarás pensando que uno de los requisitos primordiales para que esta conexión se genere es la empatía. Pero la verdad es que hay otros factores que influyen.
Judith E. Glaser, psicóloga y antropóloga organizacional de la Universidad de Harvard, es una de las mayores referentes para el estudio y aplicación de las llamadas “conexiones profundas”. Entonces, lo primero que nos explicó en sus muchos libros y múltiples obras es que las personas tienen una voz interior que puede decirnos en un período de tiempo muy corto si algo o alguien es relevante o importante para nosotros.
Uno de los factores que influyen a la hora de crear conexiones es la coincidencia inesperada o el factor sorpresa, algo que nos empieza a unir a una persona y hace que nuestro cerebro se ‘ilumine’. Así como también la complicidad que se genera a medida que vas coincidiendo a lo largo del tiempo con una persona. Por otro lado, es el conjunto de dinámicas que se establecen en una relación y que la consolidan. Por último no podemos olvidar a la confianza y a las emociones positivas, responsables de que se genere oxitocina, ingrediente principal para establecer esas conexiones tan significativas.
A nivel neuronal se produce una alineación de las ondas cerebrales. Mientras dos personas hablan, la actividad neuronal de sus cerebros se comienza a sincronizar estableciendo un vínculo único. Es lo que en neurociencia se llama sincronización cerebral.
Cuanta más familiaridad con el mensaje mayor es esa sincronización, cuando no entendemos lo que nos están diciendo esta sincronización no ocurre.
Cuando conectas emocionalmente con otra persona, tu cerebro experimenta una sensación de calma, protección y confianza porque se siente seguro y sobretodo feliz. Eso provoca que el estrés, la ansiedad y el miedo se reduzcan. El cortisol baja y tu cuerpo entiende que ya no estás en una situación de amenaza.
Crear conexiones emocionales es una de las mejores experiencias y, aunque con el tiempo esas relaciones se apaguen hay que hacer el esfuerzo de seguir cultivándolas.
Una de las razones por las que acostumbramos a tener impedimentos a la hora de crear nuevas conexiones es nuestro miedo a ser heridos debido a nuestras anteriores experiencias. En estas ocasiones debemos tener en cuenta que no todas las personas son iguales y por lo tanto las relaciones que creamos con ellas tampoco lo son.
No es fácil encontrar a esa persona con la que crear un vínculo tan mágico. Por eso te animo a mantener la puerta abierta a que pueda surgir la oportunidad de conexión y cuidar las que ya tienes.
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