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Foto del escritorMar Martínez Ricart

NEUROTRANSMISORES, DE LA QUÍMICA AL SENTIMIENTO

Si hablamos de serotonina, adrenalina, melatonina o oxitocina a día de hoy todas sabemos que son algunos de los neurotransmisores que si están bien regulados en nuestro organismo nos aseguran un buen estado de ánimo.


Los neurotransmisores funcionan como mensajeros dentro de nuestro organismo y son los encargados de regularnos el hambre o el sueño entre otras cosas. Todas estas tareas requieren de muchas neuronas coordinándose entre sí y para ello necesitan un modo de comunicación capaz de adaptarse a muchas situaciones. Ahí es dónde los neurotransmisores permiten a tu cuerpo regular de muchas maneras diferentes el modo en que se activan unos u otros grupos de células nerviosas.


Por lo tanto la existencia de neurotransmisores permite que nuestro sistema nervioso cuente con un gran abanico de comportamientos, algo completamente necesario para adaptarnos a un entorno que cambia constantemente.


Pero, ¿qué pasa cuando este entorno no nos es favorable? Cuando estamos sosteniendo situaciones y comportamientos que nuestro cuerpo no tolera, éste nos manda señales, nos cambia el estado de ánimo, nuestros ciclos de sueño se alteran o nuestro apetito se ve afectado. Es en este momento que nuestros neurotransmisores nos están avisando de que algo anda mal.


Aprender a escuchar estas señales es el primer paso para autoregularnos, el segundo será aprender qué acciones podemos tomar para estabilizar nuestros neurotransmisores. Las famosas “hormonas de la felicidad” en niveles estables en nuestro cuerpo serán las encargadas de producir la sensación de bienestar en nuestro interior. Se activan a través del cerebro y algunas de las formas de hacerlo es mediante procesos naturales y accesibles para todas.


La endorfina, la hormona del placer, es el neurotransmisor encargado de aliviar el dolor del cuerpo y proporcionarnos una sensación de bienestar la podemos activar escuchando música, realizando ejercicio físico, bailando, cantando, sonriendo o al tener un orgasmo.


La oxitocina, la hormona del vínculo, tiene la capacidad de producir empatía, nos da la capacidad de reconocer las emociones de las demás y responder efectivamente ante ellas. La podremos activar meditando, al dar un abrazo largo, siendo generosas, acariciando a nuestro animal de compañía y al llorar o reír.


La serotonina, considerada la hormona del bienestar, es un neurotransmisor muy relacionado con el control de las emociones y el estado de ánimo. En altos niveles aumenta la concentración y el estado de relajación. La podremos activar siendo agradecidas, disfrutando de la naturaleza, recordando buenos momentos, aprovechando las horas de luz del día y activando nuestro cuerpo con movimiento.


La dopamina, es la hormona de la felicidad. Es un neurotransmisor esencial para el correcto funcionamiento intelectual, físico y emocional. Hace que las neuronas se comuniquen entre ellas, regula el estado de ánimo, el sueño, la memoria y la creatividad. La activamos cuando dormimos de 7 a 8 horas, celebramos un logro, hacemos ejercicio, al practicar yoga y marcándonos pequeños objetivos cada día.


Fomentar este tipo de actividades y rutinas va a hacer que tus niveles de dopamina, endorfinas, oxitocina y serotonina (las hormonas de la felicidad) se eleven. La clave, en el fondo, siempre está en cuidar nuestra salud mental y nuestro bienestar emocional. Haz aquellas acciones y actividades que hagan vibrar tu corazón y que te recompensen a largo plazo.





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