¿Lo sabías? Ser muy perfeccionista puede ser un obstáculo cuando trabajamos para deshacernos de nuestras impostoras.
¿Por qué? Porque nos embarcamos en el proceso de trabajarnos y recuperar una buena autoestima con una mentalidad perfeccionista, con el ideal de “alumna perfecta”. Entonces, nos podemos encontrar con:
- Pensamientos como “estoy teniendo otra vez pensamientos de impostora, esto ya no me debería pasar” o “esto ya debería tenerlo superado”.
- Querer que el proceso sea lineal, recto, controlado y organizado (y rara vez los procesos terapéuticos van de esta manera).
- Focalizarnos solo en el resultado, en el objetivo final, sin apreciar el camino, el proceso, los pequeños logros y los pequeños pasos adelante.
- Empezar a catalogar comportamientos como “buenos” y “malos” y machacarnos si caemos en los malos, en vez de darnos permiso para equivocarnos, o ser compasivas con nuestro proceso de sanación.
La voz de nuestra impostora interior suele ser muy perfeccionista. En ocasiones nos dice:
- Que no debemos aceptar cumplidos.
- Que los logros que no son perfectos no son logros.
- Que si algo no sale perfecto, no es válido / no vale la pena celebrarlo.
- Que solo podemos concebir como “progreso” aquello que va de manera recta y organizada.
Cuando estos pensamientos predominen en tu mente, recuerda: el perfeccionismo no lleva al éxito, más bien al contrario. Trata de centrarte en:
- El progreso, no la perfección.
- Hacer la cosas que quieres hacer, sin obsesionarte por si salen o no perfectas.
- Aceptar los errores como parte importante del camino y del crecimiento.
- Tu validez no reside en tus errores; cuando cometes errores no te conviertes en un fracaso, sino en humana, como todas.
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